Buenos días gente otro día mas desde mi pesebre. Mirando, mirando ya vamos para casi un mes de estar escribiendo columnas. Tan difícil que pensé que era y hasta ahora lo único que tengo que hacer es sentarme en mi computadora y dejar que las palabras salgan. Sigo diciendo que aun no entiendo el alcance que tiene este medio; pero todos los días son mas las personas que me agradecen que escriba... por muchas razones. La historia de hoy como muchas antes mencionadas no tengo su origen claro; pero si tengo bien seguro de la persona que me presento a este santo (Fray Basilio Cosme, OP).
Santo Domingo de Guzman fue un santo el cual de todas las cosas importantes que hizo una de sus virtudes era el poder llevar el mensaje de evangelización de una forma clara, precisa, concisa y entendible a todas las personas. Por esta razón todos los seminaristas querían salir con el a predicar para poder aprender y vivir la experiencia de ser un buen orador.
En una ocasión este seminarista joven pidió a Santo Domingo que si podía acompañarle a predicar, simplemente quería aprender como impactar vidas de las personas con solo comunicarse. Santo Domingo le dijo: "Estimado seminarista mañana partimos a las 5am hacia el pueblo para comenzar la proclama de conversión; lleva tu rosario y esta puntual frente a mi puerta". El joven no pudo dormir esperando que fuesen las 5am para salir con su mentor a predicar.
Al salir del seminario Santo Domingo le pidió que rezase el rosario mientras caminaban alrededor del pueblo. El joven pensó que esta preparación era parte de la forma de pedir al Espíritu Santo su claridad y poder predicar de forma convincente. Así comenzaron su peregrinación par de horas después se detuvieron en un árbol a desayunar todo esto fuera del pueblo. El joven pensó llevamos horas rezando y aun no entramos a predicar; pero parece que ahora si vamos al pueblo. Después de desayunar continuaron bordeando el pueblo sin entrar... simplemente caminaban rezando el rosario alrededor del pueblo.
Se detuvieron par de horas mas tarde a almorzar aun en las afueras del pueblo y el joven pensó ahora si vamos al pueblo a predicar; pero para su sorpresa después de almorzar continuaron caminando a las afueras del pueblo. Así continuo el día y a la hora de regresar al seminario el joven cuestiono a Santo Domingo; porque me llevaste a evangelizar si ni entramos al pueblo. Santo Domingo lo miro y le dijo: "Pequeño dejad que tus acciones hablen tan fuerte que no permitan que el sonido de tus palabras sea escuchado".
¿Cuantas veces ensordemos las palabras con nuestros actos? El que tenga oídos que oiga... y nos vemos mañana si Dios así lo permite. Recuerda que sigo aquí desde mi pesebre...
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