Hola gente otro día más Desde Mi Pesebre... todos los días me sorprendo de hasta donde ha llegado este desahogo social el cual escribo para mi paz mental y ahora la de mis amigos lectores. Lo que sucede a diario se esta convirtiendo en letras y en recuerdos de varias historias que he escuchado o leído. Algunas de las historias que menciono no tengo idea de su procedencia; pero haré mención en honor a los libros y a los escritores que un día sacaron un tiempo para escribir. Bueno manos a la obra antes que te coja el día leyendo Desde Mi Pesebre.
Cuenta una leyenda que cuando San Francisco de Asís caminaba por el mundo tenia el don de la comunicación tanto era así que podía comunicarse hasta con los animales. Un día en la visita a una de las aldeas los paisanos le pidieron que hablara con el lobo porque se estaba comiendo todas las ovejas. San Francisco fue al bosque y llamo al lobo y le dijo: Hermano Lobo, hermano lobo necesito que dejes a las ovejas de los aldeanos, ellos prometen que te alimentaran y podrás ir al pueblo sin temor. El lobo a pesar de su naturaleza le dijo: "Hermano Francisco porque tu me lo pides y hablas de Dios haré el sacrificio".
Meses después San Francisco regreso a la aldea; pero esta vez era peor todos vivían encerrados porque el lobo estaba súper agresivo, ahora atacaba a las gallinas, ovejas, vacas e incluso había atacado a varios niños. La gente nuevamente pidió a Francisco que hablara con el lobo.
El hermano Asís se dirigió al bosque y comenzó a llamar a la bestia: "Hermano lobo, hermano lobo..." de repente se oyó una voz gruñendo que decía no te acerques porque te lastimo. San Francisco le pregunto: ¿qué sucedió y por qué su reacción? a lo que el lobo respondió: Hermano Francisco baje al pueblo sin atacar a ninguna oveja como habíamos acordado. Jugaba con los niños y todos me permitían caminar por la aldea; pero un día uno de los niños comenzó a golpearme con un palo sin ninguna razón. La gente dejo de alimentarme y hasta las ovejas me atacaban; tuve que defenderme porque temía por mi vida. Al próximo que me golpeo le gruñí y le mordí para que me dejara de atacar; todos comenzaron a respetarme nuevamente porque me temían.
Fue así que el hermano Francisco entendió que hay veces que no podemos culpar al lobo por ser tan fiero; esa es su naturaleza. Mejor pensemos si somos nosotros los culpables de que el lobo sea así. La culpa no tiene un solo lado siempre tiene por lo menos otra cara. Tenemos que ver de varias formas la situación. El que tenga oídos que oiga y mañana nos vemos nuevamente DESDE MI PESEBRE.
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